Los nódulos tiroideos representan un hallazgo clínico común. Mientras que los estudios basados en la exploración física informan de 3 a 7% de prevalencia, los nódulos tiroideos no palpables han sido detectados por ultrasonografía (USG) en un 20% a 76% de la población general, una prevalencia similar a la de los datos de autopsias de pacientes sin historia previa de enfermedad tiroidea. Por otra parte, del 20 al 48% de los pacientes con un nódulo tiroideo detectado por palpación, presentan nódulos adicionales al ser evaluados por USG.
En México, se realizó un estudio de prevalencia en la población general, evaluando 2401 personas entre los 18 y 90 años, de los cuales el 82.4% pertenecía al sexo femenino y el 17.6% al sexo masculino; la detección de nódulos por palpación tuvo una prevalencia de 1.4%, mientras que la detección por ecografía logro un incremento al 19.6% y del total el 5.9% correspondió a cáncer papilar de tiroides.
Los nódulos tiroideos son más comunes en personas de edad avanzada, mujeres, áreas geográficas con deficiencia de yodo, y aquellos con historial de exposición a radiación en cabeza y cuello.
La tasa de incidencia anual estimada de 0.1% en los Estados Unidos indica que 350.000 nuevos nódulos serán descubiertos en ese país este año.
Con frecuencia se detectan durante un estudio de imagen realizado por razones no relacionadas con la tiroides. En la práctica clínica diaria, los incidentalomas tiroideos se detectan en el 9.4 a 27% de los estudios doppler carotídeo. Además de los encontrados en resonancia magnética (RM), tomografía computada (TC), tomografía por emisión de positrones (TEP). Por lo que, el uso generalizado de las técnicas de imagen ha generado una epidemia de nódulos tiroideos. Como consecuencia, un número cada vez mayor de nódulos tiroideos asintomáticos han sido sometidos a BAAF, lo que resulta en un incremento importante en el diagnóstico y tratamiento de microcarcinoma papilar de tiroides (CMT). (Gharib H, 2016)
El 90-95% de los nódulos tiroideos son benignos y asintomáticos, por lo que no es recomendable hacer detección de nódulos tiroideos en la población general, ni estudiar histológicamente a todos los pacientes con nódulos tiroideos. La importancia clínica de estudiar un nódulo radica en la necesidad de excluir el cáncer de tiroides, lo que ocurre en el 5 a 10%, dependiendo de la edad, género, exposición a la radiación externa en cabeza y cuello durante la infancia, historia familiar y otros factores. Por esta razón, se recomienda elaborar un plan de pesquisa y estudio de nódulos tiroideos. La detección debe realizarse con examen físico, ultrasonido de alta resolución y citología tiroidea con aguja fina que muestre la histología cuando el caso lo amerite.
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