Indicaciones terapéuticas.
El tratamiento depende del reporte citológico: BETHESDA I) (inadecuado) implica la necesidad de repetir la BAAD mediante guía ecográfica, en caso de lesiones quísticas se realiza solo vigilancia semestral; II) (benigno) se da seguimiento semestral mediante ultrasonido, en caso de nódulos menores a 3 cm, o pacientes de zonas con deficiencia de yodo se opta por tratamiento con levotiroxina a dosis de 50 o 100mcg buscando una supresión parcial de la TSH (0.1 – 0.5mUI/ml) durante 6 meses a 2 años.
No indicado en pacientes con trastornos del ritmo cardiaco y/o alto riesgo de fractura. III) (atipia de significancia indeterminada) se procede a repetir la BAAD y reclasificar, en caso de ecografía sugestiva de malignidad se envía a tratamiento quirúrgico. IV a VI) (neoplasia folicular, tumor de Hürthle, sospechoso de malignidad, positivo para malignidad) se envían a tratamiento quirúrgico. Misma condición para quistes puncionados y drenados con 2 o más recidivas, nódulos benignos de crecimiento rápido, síntomas compresivos, citología negativa a cáncer con probabilidad de malignidad por antecedentes.
Tratamiento.
Afortunadamente los avances en medicina han trascendido en la consulta de endocrinología para aportar calidad de vida a los pacientes con nódulos tiroideos.
Aunque los nódulos tiroideos benignos representan un 85% de los casos, las molestias que pueden llegar a ocasionar han provocado durante años que se planteara como única opción extirparlos, provocando en muchas ocasiones consecuencias irreversibles.
En ausencia de un posible cáncer de tiroides, hoy en día existen alternativas de tratamiento para los nódulos tiroideos benignos que van desde los mínimamente invasivos a los no invasivos, permitiendo de manera ambulatoria eliminar de una manera eficaz los nódulos tiroideos sin cirugía, garantizando la conservación de la glándula tiroides y su función primordial en el organismo.
El tamaño de los nódulos tiroideos, su velocidad de crecimiento, la aparición de molestias locales de compresión o su localización, pueden ser motivos para realizar estos tratamientos mínimamente invasivos o no invasivos para reducir su tamaño, eliminar síntomas clínicos y evitar su malignización.
Yodo Radioactivo.
El yodo es esencial para el funcionamiento apropiado de la glándula tiroides, y lo utiliza para producir sus hormonas tiroideas. Por ello las células ubicadas en la tiroides tienen capacidad para captar el yodo.
El yodo radiactivo I-131 es uno de los procedimientos más antiguos usado en el diagnóstico y tratamiento de patologías tiroideas.
El I-131 es un isótopo radiactivo, con una vida media de 8,04 días., y se aprovecha la propiedad fisiológica única del tejido tiroideo de concentrar dicho elemento para entregar a través del torrente sanguíneo de manera local una alta dosis de radiación en la glándula tiroides para destruir sus células.
Suele generar la complicación de hipotiroidismo permanente en una tercera parte de los pacientes expuestos a este método terapéutico.
Termoablación por Láser.
Este método consiste en introducir una fibra de láser mediante punción percutánea guiada por ultrasonido para colocarla en la vecindad del nódulo, y emitir energía para inducir una elevación térmica mediante agitación de ondas electromagnéticas local que provoca necrosis por coagulación del tejido expuesto.
Presenta algunas dificultades en la intervención por la aparición de microburbujas provocadas por el calor que dificulta la interpretación de los nódulos, además de que el tejido queda carbonizado impidiendo que sea reabsorbido.
Y como ventaja, resaltar, que al no producir calor de conducción nos evitamos las posibles lesiones en los tejidos de la periferia de la antena que si podemos tener en la RFA.
Somos Grupo CRYO, empresa especializada en tecnología comprobada mundialmente para el tratamiento de Nódulos Tiroideos.
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