Cuando el diagnóstico está claro, se estudia de forma individualizada la mejor opción de tratamiento para la paciente. Un equipo multidisciplinar formado por: cirujanos, oncólogos, radiólogos, etc., se encargará de elegir el tratamiento más adecuado al paciente.
La crioablación es una técnica de ablación térmica percutánea que se puede realizar guiada por imagen. Su eficacia se basa en los efectos citotóxicos del frío, que provoca destrucción inmediata y tardía de las células. Se trata de un procedimiento mínimamente invasivo, que requiere únicamente anestesia local, ya que el frío contribuye a la analgesia.
En la mama se realiza de forma ambulatoria y la paciente puede recuperar su vida normal casi inmediatamente. Además, el resultado estético es excelente.
Se realiza con gas Argón, empleando el equipo CryoCare. Durante el procedimiento, la criosonda se coloca por vía percutánea, guiada habitualmente por ecografía, en el centro de la masa, a lo largo de su eje mayor (fig. 1). Normalmente, se emplean dos ciclos de congelación-descongelación, cuya duración depende del tamaño y naturaleza de la lesión. Las de mayor tamaño y las malignas requieren de ciclos más largos.
El objetivo es conseguir volumen de congelación, cuyos bordes son fácilmente visibles mediante imagen2, con una zona letal que abarque toda la lesión y un margen de seguridad. En el caso de lesiones próximas a la piel o al músculo pectoral se crea una barrera térmica inyectando suero salino entre la masa y la piel o el músculo para evitar necrosis de los mismos.
En la primera congelación se alcanzan temperaturas de -195°C, que aumentan la osmolaridad intracelular y congelan el agua extracelular, lo que ocasiona la salida de líquido de las células y su deshidratación.
Durante la fase de descongelación se produce edema y rotura celular. Además, la formación de cristales de hielo intracelulares daña los orgánulos y la membrana plasmática.
La crioablación también lesiona las células tumorales provocando disfunción de las células endoteliales, formación de microtrombos, isquemia y agregación plaquetaria.
La segunda congelación es necesaria porque los tejidos dañados durante la primera conducen mejor el frío aumentando así los efectos lesivos del mismo y expandiendo el área de necrosis tumoral.
Es posible repetir el procedimiento en casos de recaída o ablación incompleta y no es necesario interrumpir tratamientos sistémicos como la quimioterapia.
Las complicaciones son muy poco frecuentes y de poca relevancia: dolor leve, edema o tatuaje en la piel. Excepcional es la necrosis de la piel o del músculo pectoral ya comentada.
La eficacia y seguridad de la crioablación ha sido probada en lesiones benignas como el fibroadenoma. Se ha demostrado una reducción del volumen entre el 87% y el 99% a los 12 meses para lesiones de hasta 4,2 cm.
La respuesta se ha visto que se relaciona con el tamaño inicial de la lesión (fig. 2). Habitualmente se emplean la mamografía y la ecografía para el seguimiento del resultado.
Figura 1
Paciente de 94 años con un tumor triple negativo (A). Se coloca la criosonda en el centro de la masa, a lo largo de su eje mayor (B y C). El objetivo es conseguir volumen de congelación con una zona letal que abarque toda la lesión y un margen de seguridad alrededor. Se forma un borde ecogénico con sombra posterior en la interfase entre el tejido congelado y el no congelado (D). En caso de lesiones próximas a la piel o al músculo pectoral se crea una barrera térmica inyectando suero salino entre la masa y la piel o el músculo (E).
Figura 2.
Paciente 1. A) Tras la crioablación, en la mamografía se ha descrito una ligera densidad residual sin calcificaciones, como en este caso de un tumor filodes benigno. Mostramos la mamografía inicial (A1) y la realizada a los 24 meses (A2). Pacientes 2 (B) y 3 (C). En la ecografía, a los 6 meses la mayoría de las lesiones son más pequeñas, pero a veces pueden ser ligeramente mayores o haber desaparecido completamente. El fibroadenoma residual puede mostrar una ecoestructura heterogénea, en relación con detritos, o bandas ecogénicas secundarias a necrosis coagulativa (B1: ecografía inicial y B2: estudio de control). Es posible ver una cápsula gruesa de tejido ecogénico que representa edema y hemorragia. A los 12 meses, los cambios por edema y necrosis son menos evidentes. El nódulo residual puede aparecer como una lesión sutil con bordes mal definidos y difícil de medir como el tumor filodes benigno de la imagen (C).
Actualmente, en lesiones malignas, la crioablación es una alternativa a la cirugía en pacientes no operables o en aquellas con metástasis para reducir carga tumoral. Sin embargo, diversos estudios evalúan la capacidad de esta técnica para lograr el control local del cáncer de mama, como alternativa a la cirugía.
Hoy en día, permite evitar quirófanos en lesiones benignas demasiado grandes para ser extirpadas con el sistema de vacío y controlar localmente neoplasias en mujeres no candidatas a cirugía. Además, está demostrando un papel importante en pacientes con tumores en estadio IV, y en un futuro no lejano permitirá el tratamiento de cánceres en estadios precoces.
El diagnóstico precoz permite adoptar el tratamiento de manera temprana, lo que aumenta las probabilidades de éxito.3
El objetivo consiste en extirpar el tumor localizado. Se suele aprovechar para extirpar igualmente algunos ganglios de la axila para examinar si están afectados y por tanto si existe riesgo de metástasis. Dependiendo del tamaño y localización del tumor, tipo de mama y consentimiento de la paciente, la cirugía puede ser:
Conservadora: el tumor se extirpa, pero se conservan las mamas. En la mayoría de casos debe administrarse radioterapia posteriormente, para eliminar las células tumorales que puedan permanecer en la mama. Siempre que sea posible, es la cirugía de elección, ya que disminuye las secuelas físicas y psicológicas de la intervención.
Mastectomía: el cirujano extirpa la mama al completo. Las pacientes pueden someterse a una reconstrucción durante la misma operación o realizarla al final de todo el tratamiento. La reconstrucción se realiza con tejido propio o mediante el uso de implantes, lo que dependerá del tipo de reconstrucción que se haga la paciente, el tipo de tratamiento al que deba someterse posteriormente, sus preferencias y la opinión del equipo médico a cargo.
Se emplean diferentes tipos de radiación (por ej. rayos X de alta energía) en zonas concretas de la mama, con el objetivo de eliminar células tumorales e impedir su crecimiento, evitando así la posible metástasis. Suele administrarse tras la cirugía o la quimioterapia, para eliminar las células tumorales que no hayan sido extirpadas. En alguna ocasión, se utiliza también como cuidado paliativo para reducir dolores óseos y cerebrales causados por metástasis.
Los efectos secundarios más comunes que produce son la hinchazón local, cansancio, quemaduras y alteraciones en la piel.
Actúa en todo el cuerpo. Se administra conjunta o secuencialmente a la cirugía y radioterapia. Cuando el tratamiento sistémico ocurre antes de la cirugía se denomina tratamiento neoadyuvante, mientras que a la terapia administrada tras la cirugía se le denomina adyuvante.
La administración puede realizarse tanto oral como intravenosa, distribuyéndose a todos los órganos. Se puede emplear tanto en cáncer de mama precoz como en el metastásico, existiendo diferentes tipos:
Quimioterapia: la forma más común de administración es por vía intravenosa. El objetivo de esta terapia es matar las células tumorales. Su mecanismo de acción no es específico, por lo que las células sanas también se verán afectadas, especialmente las que tienen una multiplicación elevada (células epiteliales, sanguíneas, mucosas del aparato digestivo, etc.).
Derivado de esta falta de especificidad son los diferentes efectos secundarios. Los más comunes son: náuseas, vómitos, caída o fragilidad del cabello, diarrea, cansancio, cambios en las uñas, heridas bucales y disminución de células sanguíneas.
Inmunoterapia. Combate el cáncer de mama estimulando o reforzando el sistema inmune del propio paciente. El cáncer de mama triple negativo ha demostrado ser sensible a esta terapia y suele utilizarse siempre en combinación con quimioterapia para mejorar la respuesta al tratamiento.
Hormonoterapia. Algunos tipos de cáncer presentan receptores hormonales de estrógenos y/o progesterona. La unión de las hormonas propias de la afectada a dichos receptores de las células tumorales favorece su crecimiento. La hormonoterapia, también llamada terapia hormonal o endocrina, permite bloquear dichos receptores, entre otros, eliminando la acción de las hormonas.
Los fármacos empleados actúan como “antihormonas”, provocando así un enlentecimiento o disminución del crecimiento tumoral. Este tipo de medicamentos se administra tras la cirugía, durante un periodo de tiempo para disminuir las posibles recaídas.Existen diversos tipos:
Moduladores selectivos de los receptores de estrógenos (SERM): bloquean los receptores de estrógeno, impidiendo que este se una a ellos. Se utilizan preferentemente en mujeres premenopáusicas.2
Degradadores selectivos de los receptores de estrógeno (SERD): su actuación es igual a la de los SERM, pero además reducen la cantidad de receptores y cambian su forma para que el estrógeno no pueda actuar sobre ellos.
Análogos de la hormona liberadora de gonadotropina: producen supresión ovárica, evitando que los ovarios produzcan estrógeno.
Inhibidores de la aromatasa: reducen la producción de estrógenos en los órganos productores (menos en los ovarios). Preferentemente tras la menopausia o la supresión ovárica.1,2
Son tratamientos específicos que actúan de forma selectiva sobre las células tumorales bien en genes o proteínas (denominadas dianas terapéuticas) que controlan el crecimiento, división y propagación de las mismas. Presentan menos efectos secundarios y una mayor eficacia.
Se han desarrollado diferentes terapias anti-diana y son el principal foco de estudio para el desarrollo de nuevos fármacos.
Entre las terapias dirigidas, destacan los anticuerpos monoclonales, proteínas creadas en el laboratorio. Se unen a antígenos “partículas” presentes en células cancerosas y estimulan que el sistema inmunitario del cuerpo las destruya. Otros anticuerpos se asocian a fármacos, favoreciendo así la entrada en el interior de las células tumorales del fármaco activo.
Tratamientos anti HER-2: indicados en tumores HER2 positivos. La combinación de terapias anti HER 2 es más efectiva que un bloqueo simple. Se usan en combinación con la quimioterapia y normalmente antes y después de la cirugía.
Tratamiento antiangiogénico: destruye los vasos sanguíneos, evitando que el tumor se nutra y crezca. Está demostrada su actividad en cáncer de mama en combinación con quimioterapia.
Después de someterse a cirugía y reconstrucción de pecho, muchas mujeres ven dañada su capacidad de movimiento en zonas como hombros y brazos, afectando a la realización de actividades cotidianas.
Los ejercicios son importantes para reducir estos efectos secundarios y recuperar la movilidad. Si tras la cirugía usted ha recibido radioterapia, los ejercicios tienen mayor importancia para recuperar la flexibilidad de brazos y hombros.
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