En el tratamiento por Radiofrecuencia, los nódulos son lesionados mediante el calor generado por una corriente eléctrica alterna de alta frecuencia (350-500Khz) que agita los iones de los tejidos de alrededor de la aguja, provocando un aumento de la temperatura y generando un calor de fricción dentro del tejido lo que conlleva su destrucción.
Resultados y ventajas.
Si bien los resultados pueden variar de acuerdo con las características de cada caso y el volumen original de los nódulos, con la ablación por radiofrecuencia se consiguen, en promedio, una reducción del 50% del volumen en el primer mes, que sigue disminuyendo a entre 60 y 80% de su volumen original durante los meses siguientes. En casi un 100% de los casos los síntomas de compresión en el cuello desaparecen durante los primeros 30 días.
La mayoría de los nódulos requieren una sola sesión de tratamiento.
Como todo procedimiento médico, la ablación de nódulos tiroideos por radiofrecuencia no está exenta de posibles efectos secundarios y complicaciones. En algunos casos los pacientes pueden presentar dolor leve transitorio en las primeras 24h, que se resuelven con analgésicos convencionales, también es posible que aparezcan pequeños hematomas que se reabsorben espontáneamente en los días siguientes a la ablación.
La ablación por radiofrecuencia de los nódulos tiroideos benignos es una alternativa segura y efectiva para la reducción del tamaño de la lesión, y que mejora los síntomas del paciente sin extraer tejido sano de la glándula ni afectar su función. Comparado con la cirugía abierta es un procedimiento menos invasivo, que permite una rápida recuperación y excelentes resultados estéticos ya que no requiere hacer una herida y, por tanto, no deja cicatrices en el cuello.
Tiroidectomía.
En esta cirugía se extirpa la glándula tiroidea. Esta cirugía es la más común para el cáncer de tiroides. Al igual que en la lobectomía, este procedimiento generalmente se realiza a través de una incisión de unas pocas pulgadas de diámetro en la parte frontal del cuello. Usted tendrá una pequeña cicatriz en la parte frontal del cuello después de la cirugía, pero esta cicatriz se vuelve menos notable con el paso del tiempo.
Si se extirpa toda la glándula tiroides, a la cirugía se le llama tiroidectomía total. Es posible que algunas veces el cirujano no pueda extirpar la tiroides por completo. En caso de que se extirpe casi toda la tiroides, a la cirugía se le llama tiroidectomía casi total.
Después de una tiroidectomía total o casi total, usted necesitará tomar pastillas de hormona tiroidea (levotiroxina) diariamente. Sin embargo, una ventaja de esta cirugía sobre la lobectomía consiste en que después de esta operación su médico podrá vigilar si la enfermedad recurre (regresa) con gammagrafías con yodo radiactivo y análisis de sangre de tiroglobulina.
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